03 septiembre 2010

Digámosle nunca más al “algo habrán hecho”

Caso Graiver: quiénes son los que reivindican a Camps para favorecer a Clarín

Por Roberto Caballero | Director de Tiempo Argentino

Clarín intenta instalar un remedo perverso de la Teoría de los Dos Demonios, ahora que sus accionistas buscan zafar de las sospechas por delitos de lesa humanidad.


En su edición de ayer, el diario Clarín, en un artículo sin firma publicado en su página 9, cita el libro Galimberti. De Perón a Susana. De Montoneros a la CIA, que escribí junto a Marcelo Larraquy en 2000, para abonar la teoría de que David Graiver compró Papel Prensa con dinero de la organización guerrillera peronista, como si esto –de ser cierto– pudiera justificar el despojo accionario al que fue sometida la familia Graiver por parte de la dictadura en alianza con los diarios Clarín, La Nación y La Razón.

Me veo en la obligación de aclarar que en ninguna parte del libro se afirma que Papel Prensa fue comprado con dinero del secuestro de los hermanos Juan y Jorge Born. Sí se dice, sobre la base de un trabajo de reconstrucción periodística y no judicial, que parte del rescate de la Operación Mellizas –como se conoció el operativo guerrillero–, fue entregado por Montoneros a Graiver para recibir una minuta mensual de intereses, pero no para comprar la empresa Papel Prensa, como pretende instalar Clarín en un remedo perverso de la Teoría de los Dos Demonios, ahora que sus accionistas buscan zafar de las sospechas por delitos de lesa humanidad.

Los que repiten esto, desde Patricia Bullrich Luro Pueyrredón hasta Elisa Carrió, integran un coro repentino que trata de practicarle respiración boca a boca a la más delirante hipótesis del represor Ramón Camps, quien torturó a toda la familia Graiver bajo el argumento de que eran la punta de lanza de un pacto sinárquico entre judíos y guerrilleros comunistas para apoderarse del país, en el marco de la Guerra Fría. Treinta mil argentinos desaparecieron en las garras del mesianismo fascista, como para tomárselo a chiste y con liviandad semejante.

Hay un límite para todo: también para la frivolidad política.

Cada vez que se reinstala la “versión Camps” de los hechos, se revictimiza a todos los integrantes de una familia destrozada por la represión ilegal, y a otras miles de familias que atravesaron los mismos dolores. Juegan con fuego. Vuelve la picana a recorrer el cuerpo de Lidia Papaleo de Graiver, vuelve el torturador a violarla indefensa; vuelve Jorge Rubinstein a morir en el camastro electrificado de Puesto Vasco, vuelven los padres ancianos de Graiver a revolcarse en la tumba, todas y cada una de las veces que este coro dice lo que dice, sin evidencias, sin pruebas y sin vergüenza. Lo de las dos diputadas es más grave que lo de Clarín. Ya dijimos que el diario miente para defender a sus accionistas. Pero ellas, ¿por qué lo hacen?

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