Por Claudio Diaz
Resulta que fijar en las paredes de la ciudad las caras de algunos sinvergüenzas, señalarlos como embusteros y tramposos, ahora pasó a ser una política fascista.
En cambio, que un ciclo de TV que junta al marino masserista Van der Kooy con Blancknieves recurra al reparto de medallas de plomo y Pinochos, para mandar al cadalso a alguien, es ejercicio de la libertad de prensa.
Que un matrimonio de Villa Crespo o un grupo de amigos de La Plata vayan a Plaza de Mayo o a Tribunales a apoyar la Ley de Medios, portando carteles o dibujos que enjuician la tarea de un Nelson Casto o un Joaquín Amoral Solá, es consecuencia de que las patotas del oficialismo avanzan sobre las instituciones y la República.
Por el contrario, que los principales diarios y algunos programas televisivos le den cabida a los forristas que escriben o mandan mensajitos del tipo -¡Andate yegua montonera…! o…- ¡Los sindicalistas son el cáncer de la Argentina!, es prueba palpable de que la gente está cansada de tanta prepotencia.
La oligarquía periodística tiene razón.
Dice la verdad.
Todo lo hace por nosotros, como bien señala Marcelo Bonelli cada miércoles que cierra su programa.
Perdón, entonces, por tanto escrache.
La nuestra no es más que otra demostración de populismo irrespetuoso.
En serio, es políticamente incorrecto exponer a la luz pública a la gente famosa y mediática.
Debe ser así nomás.
Si hasta algunos funcionarios de gobierno y legisladores ponen caras de compungidos y salen a decir que eso de pegar afiches o llevar consignas de mal gusto no se hace.
Tal vez los compañeros no quieran cruzar espadas con los caballeros del poder.
Pero tendrían que saber que concederles la derecha es como darle más pasto a las fieras.
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Ojo: porque actúan de periodistas pero son los embajadores del poder enemigo del pueblo.
Además, solidarizarse como si aquellos fueran víctimas de un ataque que no es tal, equivale a dar por hecho que esos misteriosos carteles fueron puestos por alguno de los que estamos peleando desde la trinchera nacional.
La historia está escrita de propaganda política.
Y esta oligarquía sabe muy bien como plantar escenarios para llevar a cabo su obra.
A esta altura cabe preguntarse… ¿Qué es, en definitiva, un escrache?
Debemos esta definición a nuestro lunfardo.
Que terminó de darle forma después de algunos derivados del italiano que acercaban al término como sinónimo de fotografía y, más tarde, de retratar.
De esta manera, escrachar pasó a ser algo así como mostrar, revelar, poner en evidencia algo.
Pero en los últimos años, ideólogos y colonizadores semánticos de la Europa socialdemócrata y rosa, pero siempre imperial, le dieron a la palabra otra connotación.
Hasta se animaron a decir que el escrache se utilizó por primera vez en la Italia mussoliniana e incluso durante el régimen de Hitler.
Nada más lejos de nuestra realidad y nuestra historia.
Aquí fue la Agrupación HIJOS quien adoptó esta política de esclarecimiento de lo que fue la dictadura y sus bandas de criminales.
Porque al fin y al cabo, escrachar es aclarar, explicar, ilustrar, sacar a luz lo que algunos quieren mantener oculto.
Si diéramos por válido que escrache es sinónimo de patoteada, violencia, salvajismo.. ¿Qué tiene de todas esas cosas el libre ejercicio y la práctica de mostrar en la calle la cara de algunos canallas para decirles, simplemente, que no son independientes de nada, ni mucho menos impolutos?
¿Es tan grave querer saber eso?
¿Es tan antidemocrático, autoritario e intolerante que la gente pretenda conocer lo que hacían en tiempos de la dictadura Amoral Solá con el General Bussi, Van der Kooy jugando al tenis con el almirante Massera, relación lograda por su esposa, hija de un alto oficial del Almirantazgo?
Escrachar, insistimos, como sinónimo de esclarecer.
El pueblo quiere saber…
¿Por qué Ricardo Kirschbaum va a pedir la escupidera al Senado, tan republicano él, si cuando era más joven gustaba de hacer la guerrilla y ayudaba a sus compañeros a tomar el Canal 10 de Tucumán?
Entonces, ¿será este colorado otro escriba alineado en el ejército de los que atentan contra la libertad de prensa, enemigo del periodismo independiente?
Que respondan las viejas autoridades de ese canal…
Nos hacemos el mismo planteo de hace algunos días, ante el histeriqueo de la SIP, de ADEPA, de esa FOPEA que nos forrea: ¿Por qué todos estos sumos pontífices de la prensa pueden decir lo que se les canta de milicos, curas, políticos y dirigentes gremiales, pero gritan como gatas en celo cuando se habla de ellos y se recuerda su infame rol de cuidaculos del poder?
Ahí está el caso Ricardo Roa, disparando a diario como el patrón de estancia más recalcitrante que pueda haber.
Negrero de periodistas que escaló posiciones en el Grupo Clarín y en su vida personal sirviendo como lacayo y cobrándole las notas a los gremios que le pedían unas líneas en la sección sindical, que manejaba en los años de Alfonsín y Menem.
En nombre del peronismo, ¡eh! Porque Roa siempre fue peronista (al menos decía eso).
Y debe ser verdad…. Si sus primeros pasos los dio en la revista que editaba el siniestro José López Rega, El Caudillo.
Casi sin darnos cuenta advertimos que también nosotros somos militantes del escrache… Perdón, entonces.
Disculpas a los colegas que se sientan afectados.
Sobre todo a los del Grupo.
¿Se enojarán si además contamos que el último aumento de sueldo que recibieron los trabajadores fue del 8%, en octubre del año pasado?
No está tan mal… Para julio prometen otro incremento, esta vez del 4%.
Porque los golden boy’s de Magnetto se toman todo al pie de la letra.
Para las tapas del diario, para los títulos de TN, para los análisis y comentarios de Bonelli, TNenbaum y Zchotogarca, la inflación real es del 25% anual.
Pero a los trabajadores se les aumenta de acuerdo a la inflación oficial del primer trimestre.
¿Dará cuenta de todo esto Fopea?
¿O seguirá forreando a sus colegas y al público consumidor de la mediocracia?
¿La eminente organización defensora de los Derechos del Periodista denunciará que una de sus afiliadas, Telma Luzzani, de la sección Política Internacional de Clarín, fue censurada y apartada de un viaje a la Cumbre de la Alimentación, en Bolivia, por adherir a la nueva agrupación gremial de prensa que se opone a la acomodaticia UTPBA?
¿Dirán los fopeanos que a Néstor Restivo, otro destacado editor de Internacionales, le prohibieron firmar notas desde comienzos de abril porque Clarín hizo inteligencia y también descubrió que adhiere a la nueva agrupación sindical?
No, no van a decir nada.
Y tampoco habrá Bullrichs y Giúdicis, Aguads y Alfonsines, Chiches y Cabanchikes que se interesen por la suerte de los periodistas del montón.
Ellos sólo barren la suciedad que dejan en las alfombras del poder las cucarachas famosas.
CD/