29 noviembre 2011

Zapatismo: nueva política y viejas lecciones

Por Hugo Montero / www.revistasudestada.com.ar

Casi doce años han pasado desde la insurrección indígena y campesina en Chiapas y muchas cosas han cambiado. Nuevas prácticas y viejas discusiones se entremezclan. Debates teóricos y ejemplos concretos se desprenden de la gesta del EZLN en la Selva Lacandona. "Es que el planteamiento político zapatista es un erizo. Por donde lo agarres te espina", explica Marcos. En este artículo la intención es aportar una mirada sobre ese erizo con forma de rebelión popular que sacudió al mundo desde 1994, y también marcar las últimas noticias que llegan desde las montañas del sureste mexicano.

1. La bruma, de madrugada, los ve pasar. Los conoce. Sigilosos, rápidos, miles, surcan las fronteras de la bruma. Son sombras que llegan de la selva. Un ejército de sombras sin rostro, sin voz, elude el cerco húmedo de la madrugada. Y van armados. En el límite exacto entre un pasado de conquista y saqueo y un futuro que ya no los espera; en el umbral del silencio interminable y el tronar de las balas, que ya llega, un ejército de sombras rompe la bruma y busca las luces de las ciudades, allá abajo. Atrás, la selva, quinientos años de miseria y explotación. Adelante, un país que hace mucho eligió olvidarlos. Ni siquiera los desprecia ya: apenas los ignora.

Ese puñado de sombras no tiene voz, pero tiene nombre: se hace llamar Ejército Zapatista de Liberación Nacional (EZLN), y en ese nombre surge como un estigma el fantasma de Emiliano Zapata. Qué curioso: un fantasma es bandera que empuñan miles de sombras. Sombras que no tienen rostro, pero son miles: son tzotziles, tzeltales, choles, tojolabales, mames, zoques, jalatecas, y también mestizos. Son la sangre de esa tierra pobre, son sombras sin futuro. No hay lugar para ellos en el selecto banquete del poder, en el negocio de las corporaciones que los hipócritas bautizan con el eufemismo de Tratado de Libre Comercio de América del Norte, o NAFTA.

Allá van, a su cita con la historia. La bruma, de madrugada, los ve pasar. ¿No saben, acaso, que la historia ha terminado? ¿Ignoran su destino inexorable de mártires? ¿Es que nadie les comunicó que el poder no los ve, no los oye, que a nadie le importan?

En la madrugada del primer día de 1994, el estado de Chiapas (que en lengua tapetchia, significa cerro de la batalla), el más pobre de toda la geografía mexicana, estalla a los ojos del mundo. Allí, en ese ignoto rincón del planeta, una insurrección indígena y campesina, comandanda por una guerrilla armada, toma por asalto siete cabeceras municipales (San Cristóbal de las Casas, Las Margaritas, Altamirano, Oxhuc, Huixtán, Chanal y Ocosingo) de ese suroriental estado, difunde su proclama y le declara la guerra al gobierno federal y a su ejército.

La noticia llueve en los teletipos como gigantesca paradoja: el mismo día, el gobierno del Partido Revolucionario Institucional (PRI), encabezado por Carlos Salinas de Gortari, festeja el ingreso de México al NAFTA, el acuerdo que habría de llevar a ese país al primer mundo en un viaje sin escalas. El mismo día, muy lejos de los brindis por la integración comercial con Estados Unidos y Canadá, desde las entrañas profundas de la tierra, brota el símbolo del fracaso capitalista y neoliberal: son hombres y mujeres, son indígenas y campesinos, son sombras y sangre de esa tierra. Son, todos, un erizo de enormes proporciones, que incomoda, que molesta, que no entiende lo relevante del negocio con el vecino del norte. Son un erizo que espina al PRI con la figura de Zapata como símbolo, que denuncia sus turbios acuerdos, que se propone luchar para existir. No tienen voz, pero escriben: "Nosotros, hombres y mujeres íntegros y libres, estamos conscientes de que la guerra que declaramos es una medida última pero justa. Los dictadores están aplicando una guerra genocida no declarada contra nuestros pueblos desde hace muchos años, por lo que pedimos tu participación decidida apoyando este plan del pueblo mexicano que lucha por trabajo, tierra, techo, alimentación, salud, educación, independencia, libertad, democracia, justicia y paz. Declaramos que no dejaremos de pelear hasta lograr el cumplimiento de estas demandas básicas de nuestro pueblo formando un gobierno de nuestro país libre y democrático" (1).
El EZLN, en ese primer comunicado, intima a "los otro poderes de la Nación" a deponer al dictador Salinas, llama a "avanzar hacia la capital del país venciendo al ejército federal mexicano, protegiendo en su avance liberador a la población civil y permitiendo a los pueblos liberados elegir, libre y democráticamente, a sus propias autoridades administrativas" y se prepara para la guerra.