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Luis Figuera | www.patriagrande.ve
Es un niño que vuela como un barrilete sin dueño, no tiene descanso, busca los sueños tras la pelota, se la pega al píe izquierdo, hace la reggata, deja dos defensores en su alegre camino al arco.
Siempre ha sido un niño inquieto y travieso que dice su verdad, ha cometido sus faltas y pecados, pero igual se le quiere. No permite que nadie le hable boludeces, es amigo personal del comandante Fidel Castro y de Hugo Chávez.
Creció dándole patadas a una pelota de trapo en un potrero y viendo jugar al Bocha, con quien se encontró en la cancha en un mundial.
Aprendió a jugar con el balón en Villa Fiorito, una de las muchas localidades pobres de Argentina.
Ha tenido sus días tristes como aquel del 78 cuando Menotti, le comunico que no lo tendría en cuenta para el equipo mundialista, ha contado amargas tardes del verano sofocante, viendo la inmensidad de la pampa desde un suburbio como en aquel poema de Borges.
Ha sentido el olor de la muerte tan pegado a la piel que de seguro cuando esta a solas, debe recordar aquella estrofa del inmortal Tango de Piazzola Adios Nonino “Desde una estrella al titilar… Me hará señales de acudir, por una luz de eternidad cuando me llame, voy a ir. A preguntarle, por ese niño que con su muerte, lo perdí, que con su “Nonino”, se me fue…Cuando me diga ven aquí…Renaceré…”.
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Es junto a Gardel, y Perón, uno de los santos fundamentales del Panteón personal de cualquier argentino. Su camino a la beatificación comenzó cuando aseguró haber visto la mano de Dios. Lo llaman el Diego de la Gente, El Pelusa de Villa Fiorito, su estampa ha sido inmortalizada en la Película El Camino a San Diego, y en la canción del iconoclasta Manu Chao, “Si yo fuera Maradona”.
Ha tenido también, como buen compadrito sus líos con la justicia, y sus pleitos con la Camorra napolitana, Pero su gran lio es con la justicia divina de la FIFA, y comenzó cuando aquel mediodía del año 1986, junto a Jorge Valdano, exigió un nuevo horario para los partidos del mundial, algunos aseguran que amenazó a la FIFA con armarle un sindicato de profesionales del Fútbol. Tema tabú que obligó a los Dioses del Olimpo a expulsarlo, vincularlo públicamente a la Maffia Italiana, mostrarle al mundo sus miserias de niño pobre y adicto confeso, para escarmentarlo.
Ese niño travieso que una enfermera tomó de las manos en USA para cortarle las patas en plena resurrección, hoy tiene un sueño, Freudiano: darle la vuelta al Obelisco desnudo, y que conste que los sueños del Diego, son como los del poeta infra realista Mario Santiago, poblado de ángelitos y demonios que fuman la yerba del bien y el mal. Tal vez ahorita en Sudáfrica, junto a tantos Santos, él sea uno más, que renace en la memoria de su pueblo, pero como cualquier semi Dios, tienes sus caprichos, y de seguro estará cantando “Mi Buenos Aires querido, cuando yo te vuelva a ver no habrá más penas ni olvidos”, y desde ya debe estarse quitando la ropa para cumplir su sueño.