28 marzo 2010

Roma no paga traidores, el "Estado Argentino", parece que si.

Cuando no corre, vuela

Cobos usa aviones oficiales en campaña

En dos años, el Estado gastó más de cuatro millones de pesos en los viajes del vicepresidente opositor. Agasajos y destinos proselitistas. El factor ético.

Viajero frecuente. Cobos, al momento de descender de un Fokker. El vice suma millas con viajes por todo el país.

Por Adrian Murano



4.120.394 pesos. Eso es lo que invirtió el Estado nacional en los vuelos promocionales y personales de Julio César Cleto Cobos. Todo bien, todo legal: según la norma, el vicepresidente tiene derecho a utilizar la flota oficial para sus necesidades aéreas. Por eso el dato no pasaría de la anécdota, si no fuera por un detalle: Cobos, a la vez, es uno de los opositores más tenaces del Gobierno.

Lo anecdótico, entonces, se vuelve duda: ¿es ético que un pretendido líder opositor utilice recursos públicos para afianzar su imagen y su candidatura presidencial?

El debate no es nuevo. Oficialistas y opositores –incluso desde la Unión Cívica Radical, el partido madre de Cobos– vienen cuestionando que el ingeniero ejercite el insólito rol de vice-opositor. Y miran con recelo que utilice esa anomalía institucional para obtener ventajas ante sus eventuales adversarios. Ese descontento se revitaliza con los datos que obtuvo en exclusiva Veintitrés. Según las planillas, en los últimos dos años Cobos realizó 176 vuelos, a razón de un viaje cada cuatro días. En la mayoría de los casos, el destino fue Mendoza, tierra natal, hogar y comando político del ingeniero. Pero también figuran viajes relámpago a distritos donde el cobismo intenta armar su base electoral: Bahía Blanca, Córdoba, Catamarca y Corrientes.

Un repaso por las actividades que realizó el vicepresidente en esos destinos alimenta las suspicacias. Entre el 1 y el 25 de febrero de 2009, Cobos emprendió un raid que lo paseó por Mendoza, Paso de los Libres y Córdoba. En una de las paradas –el domingo 22 de febrero–, el mendocino fue la estrella de la tribuna rural de Leones, donde coronó a la reina nacional del Trigo. En esos días, la tradicional ceremonia campera se había transformado en la meca de los dirigentes opositores ávidos de conquistar el voto chacarero. Hasta allí viajaron, entre otros, Adrián Pérez de la Coalición Cívica (CC), Rubén Giustiniani del Partido Socialista, los locales Oscar Aguad y Mario Negri (UCR), y el vecinalista Luis Juez. Cada uno llegó como pudo: los legisladores foráneos, con los tramos aéreos otorgados a los parlamentarios; los locales, en auto. En el caso de Cobos, el erario público abonó los 101.049 pesos que facturó la empresa estatal LADE por el total de los traslados de ese recorrido, que incluyó escalas en cuatro provincias.


Más agitado resultó el periplo del 5 y 6 de diciembre de 2008. En esas jornadas, Cobos aterrizó en Mendoza, Paraná y Tucumán. En tierra norteña, el ingeniero –que por esas horas ejercía la presidencia debido a un viaje de Cristina Fernández a Chile– cenó junto a su esposa con los egresados de la promoción 2008 del Liceo Militar local. El encuentro tuvo toques emotivos: los jóvenes habían hecho público su deseo de bautizar como “Julio César Cleto Cobos” a su promoción, pero había sido denegado por las autoridades. Como aliciente, cada uno de ellos obtuvo una foto con su héroe, que luego fue difundida por el aparato de prensa del precandidato radical. Para LADE, el costo operativo de aquella cortesía –a la que se sumaron dos escalas en Mendoza y Entre Ríos– ascendió a 24.904 pesos.

El 24 de agosto de 2009, Cobos utilizó una aeronave de la Fuerza Aérea Argentina (FAA) para asistir a compromisos proselitistas en Córdoba. En el primero, expuso un bosquejo de su plan de gobierno en un almuerzo de la Fundación Mediterránea, el think tank liberal que prohijó, entre otros, a Domingo Cavallo. Luego se trasladó en helicóptero a Villa Fontana, para fotografiarse junto a un productor tambero de esa población rural. El viaje ida y vuelta a Córdoba corrió por cuenta de la FAA.

Para desplazarse, el ingeniero utiliza distintos recursos de la flota oficial. La Fuerza Aérea y su subsidiaria comercial de fomento, LADE, son las más frecuentes. Pero el vice también se mueve con el Tango 02, el 03 y el 10. Otros vuelos son cubiertos por el Comando de Aviación Naval de la Armada Argentina. El valor global de esos vuelos proviene de la facturación de LADE –1.553.394 pesos entre 2008 y 2009– y estimativos de costos operativos según valores de referencia del mercado –combustible, personal, mantenimiento, etc.– para los traslados realizados por la FAA, la Armada y la flota Tango en el mismo período, que arrojó un total de 2.567.000 pesos.

Para el abogado Ricardo Monner Sans, la utilización de aviones públicos para fines privados de los funcionarios ayuda “a poner en crisis la idea de la república. Su origen latino (‘cosa pública’) ha terminado siendo lo público al servicio de lo privado”. El constitucionalista, que con sus denuncias puso contra las cuerdas al ex presidente Carlos Menem, advierte que “el tema trasciende la cuestión de la mera legalidad. Tenemos la Ley de Ética Pública y hemos adherido a dos convenciones internacionales contra la corrupción. ¿Es problema de ‘normas’ o es problema de abrir un debate que excluya el show y ponga sustancia?”, se pregunta Monner Sans, presidente de la Asociación Civil Anticorrupción. Parte de la respuesta, en este caso, puede rastrearse en las motivaciones de los vuelos emprendidos por Cobos.
La proliferación de destinos chacareros tiene una explicación simple: la estrella del vicepresidente se iluminó en la madrugada del 17 de julio de 2008, cuando titubeó su voto “no positivo” que enterró la resolución 125. Desde entonces, las encuestas lo ubicaron al tope de la imagen positiva entre los dirigentes locales. Tendencia que comenzó a declinar.

Según un sondeo de enero de la consultora Management & Fit, la imagen del vicepresidente cayó un 12 por ciento durante 2009. Los analistas de distintas corrientes coinciden en que la merma está ligada al doble rol de Cobos, cuya destreza como equilibrista es cuestionada incluso en el arco opositor. Sus socios del radicalismo y la Coalición Cívica llevan la voz cantante, pero los críticos se amontonan a medida que avanza el calendario electoral. Hasta los propios cobistas admiten que, tarde o temprano, Cobos deberá alejarse de su cargo para evitar que el desgaste termine horadando su base electoral. Pero como lo demuestran las planillas de vuelos, la decisión no es sencilla: la permanencia de Cobos en el sillón del Senado le ofrece una vidriera efectiva para sus embates anti K, le permite operar en la trastienda legislativa en un año clave y le otorga recursos gratuitos –a cargo del Estado, claro– para pasear la precandidatura a lo largo y ancho del país. Un privilegio que sus competidores no tienen, y que puede ser crucial para asentar una plataforma de lanzamiento que lo impulse en la recta final de la carrera por el 2011.

Fuente: El Argentino