Desde hace 30 años, la National Endowment for Democracy (NED) se encarga de la parte legal de las operaciones ilegales de la CIA. Sin despertar sospechas, ha venido creando una extensa red mundial de corrupción, comprando sindicatos –tanto obreros como patronales– así como partidos políticos de izquierda y de derecha para que defiendan los intereses de Estados Unidos en vez de los intereses de sus propios miembros. Thierry Meyssan describe en este trabajo la envergadura de ese dispositivo.
En 2006, el Kremlin denunciaba la proliferación en Rusia de asociaciones extranjeras, algunas de las cuales parecían estar participando en un plan tendiente a desestabilizar el país, plan orquestado por la estadounidense Fundación Nacional por la Democracia (National Endowment for Democracy – NED). En previsión de una «revolución de color», Vladislav Surkov elaboraba entonces una estricta reglamentación para esas «organizaciones no gubernamentales (ONG)». En Occidente, aquella reglamentación de orden administrativo fue descrita como un nuevo ataque del «dictador» Putin y de su consejero en contra de la libertad de asociación.
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